Un nuevo día una nueva realidad. Los días pasan y seguimos en esta distopía. Es como estar inmersos en una película de terror, en una serie sin fin que te va poniendo a prueba hora tras hora. Pero no podemos apagar el televisor, no podemos cambiar de canal. Coronavirus y aceptación. Coronavirus y miedo. Coronavirus y ….
Las noticias no son buenas, no pueden serlo. Las curvas de crecimiento y afectación son las que son. Sabemos lo que nos espera, aunque miremos para otro lado. Lo vimos en China (pero eso quedaba muy lejos), lo estamos viendo en Italia. Eso ya duele más, aunque miramos incrédulos aún la pantalla, las cifras, la maldita curva. ¿Vamos a llegar a eso? Sí, vamos a llegar. Y lo vamos a hacer más rápido, con más muertes, con más afectados.
Día 8 #yomequedoencasa
Me quedo en casa, ¡claro que sí! Pero la psique humana es muy puñetera y muy pronto llegará, ya está aquí de hecho, el miedo a salir, el miedo a encontrarse con alguien en el portal de casa, el miedo a que alguien se te acerque demasiado en el súper. Por ahora es un miedo asumible, llevadero. Pero las circunstancias excepcionales hacen mella a nivel emocional, a nivel mental. Pronto aflorará un instinto primitivo y vital: el de supervivencia. Y si ya tendemos a pisarnos unos a otros por tonterías, imaginemos cuando sea por algo realmente importante…. como una pandemia de Coronavirus.
Ayer Agus y yo ya tuvimos algún roce, convivir 24×7 no es fácil, y cada uno lo lleva como puede. No fue nada, y se pasó en seguida, pero me di cuenta que hay que tener una paciencia acorde a lo que toca en estos días. Por fortuna Lucas no está acusando especialmente el encierro. Sigue con su sonrisa infinita, su buen humor, su pavo propio de la edad. Las bromas, las risas, siguen presentes en su estado de ánimo. ¡Menos mal! Tiene un humor maravilloso.
Tareas las justas
No estoy limpiando la casa como sino hubiera un mañana. No estoy atendiendo a las propuestas de actividades que hay en las redes para los niños. No estoy descargándome libros para leer sin parar. Ni viendo series sin descanso. ¡No! Estoy intentando asumir sin más. Organizo la tarea diaria del colegio y de las actividades habituales de Lucas a primera hora del día. Organizamos la casa para mantener un mínimo orden y sobre todo limpieza. Preparamos comidas. Revisamos despensa. Finalizado el trabajo ejercicio en familia. Y ocio, …., especialmente para Lucas. Tiempo no dirigido para todos, tele, peli, libro, Play Station, llamadas y videollamadas a familia y amigos… y el día no da para más.
Si os soy sincera me cuesta concentrarme, cada vez más. No puedo ponerme una lista de tareas amplia porque el no abarcarla sería un problema, y ya tenemos demasiados. Sólo pretendo mantener una rutina y horarios que nos den a todos estabilidad. Mientras sigo evaluando pérdidas económicas y laborales, midiendo los daños. Ni tan siquiera intento poner tiritas. Es imposible establecer planes, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo. Nada de lo que sucede es evaluable, solo la enfermedad, el dolor, las pérdidas de vidas. Y el miedo….. el miedo que se empieza a colar en nuestros poros. El miedo que debemos intentar combatir aunque no expulsar. Y es que el miedo logrará que estemos más alerta. La alerta nos ayudará a que, por fin, muchos entiendan que esto no es un juego, que va en serio y que todos, absolutamente todos, debemos cumplir con lo que se nos exige: quedarse en casa.
Echo de menos a….
Echo de menos a mis padres. Están los dos solos en casa. Me parece mentira estar a dos calles y no poder estar con ellos. Echo de menos a mi hermana, a mi sobrina. Habíamos planeado una comida en familia para celebrar el Día del Padre…. tendrá que esperar. Echo de menos a mis amigas que me dan la vida. Nuestros aperitivos y confesiones. Echo de menos mis planes, mis proyectos, un fin de semana en Ezcaray, un paseo al sol, una sesión de gimnasio de las fuertes. Echo de menos vivir, así de sencillo.
Sin duda estamos ante una lección de vida. Nos obligan a parar, a evaluar, a priorizar, a aprender a vivir. No es real, es un sueño, una distopía. Pero cada mañana nos levantamos y comprobamos que sí es real, nuestra nueva realidad. ¿Y qué debemos hacer? Aceptar y avanzar. No nos podemos quedar atrás.
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