Estrés, mujer y madre: un trío a veces inseparable

Hace un par de días comencé a encontrarme mal. Rápidamente pensé en que estaba agobiada, con algo de estrés y por eso me sentía más flojita e irascible. En seguida llegaron otros síntomas que me dejaron claro que un virus había venido de visita y me dejó literalmente tirada en la cama un día entero, algo totalmente inusual.

Un día de -casi- desconexión, un día donde los abuelos y papá se hicieron cargo de Rayo a tiempo completo, un día donde mi trabajo tuvo que ser aparcado, un día donde pude dormir y descansar sin pensar -casi- en nada más. Y al final del día ya podía notar el cambio, me sentía mejor de golpe. Hoy soy otra, como una buena amiga dice parezco una florecilla a la que acaban de regar. Esto me hace pensar que, o ha sido un virus express o bien todo ha sido fruto del agotamiento. Una vez más el cansancio hace mella y toca pisar el freno y comprobar por qué razón llego a ese punto.

Hace semanas que lo vengo notando, estoy más nerviosa, más irascible, me enfado a la mínima. Y aunque me reservo algunos momentos sólo para mi, echando la vista atrás me doy cuenta que hace demasiados días que no  me siento ni diez minutos a descansar en todo el día. Todo es correr y pasar de una tarea a otra.

No nos imaginamos como el estrés puede afectarnos físicamente. Creemos que si respiramos hondo y no pensamos demasiado en ello se pasará. Pero, ¿sabes cómo puede afectar el estrés a las mujeres? 

  • Puede afectar a tu ciclo menstrual. ¿Tienes retrasos sin justificación? ¿O bien se te adelanta varios días la regla? Estas alteraciones del ciclo, si no hay ninguna otra causa, puede deberse a tu estado de ánimo.
  • Síndrome premenstrual intenso. Dolores de cabeza, irritabilidad, nerviosismo, dolor abdominal, flujo anormal. Analiza si estos síntomas son previos a tu menstruación.
  • Sentimientos de culpa. La culpa, amigas mías, nos persigue y nos perseguirá siempre porque la llevamos grabada a fuego en nuestros genes. Si estás estresada ese sentimiento será más intenso lo que conllevará una pérdida de autoestima y una tristeza difícil de manejar.
  • Falta de concentración. El estrés hace que no nos concentremos como deberíamos y en consecuencia perdamos mucho tiempo dando vueltas a una misma situación, idea o problema.
  • Menor rendimiento laboral. Como consecuencia de lo comentado anteriormente, nuestro rendimiento en el trabajo se ve afectado. Es inevitable. Queremos abarcar mucho y al final nos quedamos en nada.

Analiza estos cinco puntos. ¿Te sientes identificada? Si es así ha llegado el momento de pisar el freno y bajarte de ese tren a toda velocidad en el que vas. Vamos a empezar a hacer tres cosas muy sencillas y seguro que al alcance de casi todas:

  • Delega. Nadie dijo que tenías que ser tú quien te encargaras de todo. Aunque sea un poquito lo que puedas delegar seguro que te sentirás menos presionada.
  • Cuenta como te sientes. A tu pareja, a tus amigos, a tu familia, a quien quiera escucharte. Seguro que al contarlo te darás cuenta que debes mejorar tu situación.
  • Tómate un día de relax. Pide a los abuelos que se queden con los niños, o bien a tu pareja o incluso contrata un día a un canguro. Y utiliza ese día para lo que creas que necesitas, dormir, ir al cine, pasear ….

Cuando ya estés más serena y hayas recuperado tu capacidad de análisis es el momento de pararte a pensar dónde está el problema, qué te hace llegar a ese punto, para así poder mejorarlo.

  • Analiza tu día a día y tu rutina habitual. No dudes en coger papel y lápiz y apuntar tus horarios laborales, tus horarios con los niños y todo lo que haces.
  • Una vez hecho esto, siempre con tu pareja claro, piensa en qué puedes/debes delegar para que tus días sean más llevaderos.
  • Si tus hijos son más mayorcitos asigna tareas domésticas que ellos puedas asumir y explícales la situación para que comprendan que el peso de la familia hay que llevarlo entre todos.
  • No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana. Prioriza y lo que no sea urgente déjalo para mañana o para el fin de semana.